● Rapsodia bajo la ducha.
● Rapsodia bajo la ducha.
Dibujo de Sofia Alejandra Zàrate, nieta del autor |
El agua que cae desde la poma de la ducha se le desliza por el rostro: cálida, reparadora y abundante, fluyendo rápida en gotas finas y envueltas por el vapor que emana de la piel de la joven que vemos en la ducha hasta perderse sobre el camino que le proporciona su cuerpo rumbo al piso; repiquetea el ambiente a riachuelo en primavera. Con su cabello empapado, con los ojos cerrados y con el dedo índice de su mano derecha señalando su sien la joven se dice a sí misma...
—Hoy por fin le he dado muerte a una mujer que en nada se parecía a mí y nada puedes hacer padre. Le he disparado justo aquí —se dice, en un tono algo temeroso y ajustando la punta de su dedo contra el costado de su cabeza con fuerza. Por un momento se mantiene sin abrir los ojos mientras disfruta el caer de los hilos finos de agua sobre su cabeza y a su vez se fricciona con el pleno de sus manos el rostro, como si quisiera deshacerse de una mugre inexistente...
—Desde que tengo uso de razón deseé no haber nacido y no fue tu culpa padre. Me disté tu amor y protección y mucho más de lo que pude haberte pedido o deseado, pero algo en mi cabeza me susurraba que algo no estaba bien con eso de jugar a las muñecas o con la manía de mi madre de hacerme trencitas que para nada me gustaban. No entendía cómo era que me gustaba más ir a jugar a la pelota con los chicos del colegio que ir de rincón en rincón con mis amigas cuchicheando sobre los muchachos de grados superiores —se dice, de manera apenas audible...
Escuchamos un gemido parecido más a un suspiro, dudamos si se debe a una alegría liberadora o a esa tristeza propia de las personas que no saben realmente lo que acaban de hacer, pero que intuyen un horizonte pletórico de nuevas experiencias, un renacer producto del flotar en la verdad sobre tanta mentira, solo que unas lágrimas que brotan de sus ojos, más gruesas que las gotas de agua que caen, se mezclan entre sí y no permiten que saquemos una mejor interpretación de ese gemido disfrazado de suspiro. Inclina la cabeza y sin abrir los ojos deja caer el torrente de agua sobre su nuca mientras se apoya con las manos en el muro porcelanizado de la ducha, para luego continuar su íntimo monologo...
—¡Ahora es que empieza mi vida!, padre —lo dice sin mover una pestaña, con los dientes apretados y sin mover demasiado los labios, solo que ahora sí de manera enérgica y con un énfasis digno de una actriz de teatro—. Todo se va al carajo y ya no me importan tus amenazas, padre. Al fin y al cabo, lo quieras o no, llevo tu sangre en mis venas y aunque no fue mi intención lastimarte ni hacerte gritar como poseso, esta misma noche me voy y ya no me volverás a ver...
Se agasaja con jabón sus piernas tersas y juveniles con delicadeza. El agua cae deslizándose coqueta por sobre sus muslos y el vapor del agua caliente que emana su cuerpo indaga por el techo oscureciendo el panorama...
—Ya no tenía por donde escapar y al fin de cuentas descubrí que tampoco necesitaba de tu aprobación, ahora lo sé padre, ni la de nadie para volar en busca de mis sueños. Solo soy una pobre chica que se cansó de fingir lo que no es; solo soy una chica joven que no quiere desperdiciar su vida detrás de la máscara de la hipocresía y con eso me basta. Al fin de cuentas el viento sopla para todos y con el aire que me empuja esta noche será suficiente. Me marcho, padre. Sé que no me buscaras, sé que no querrás saber de mí y eso ya no me importa —lo dice con rabia y amargura al mismo tiempo.
El agua deja de fluir por la poma quedando apenas dos hilos intermitentes, huérfanos y que indagan por el piso con pereza. Ella aún se mantiene bajo de la ducha y ahora por fin abre los ojos para decir...
—Dejaré de ser el centro de tu mundo, padre, y lo lamento. Tenlo por seguro que me casaré, que tendré hijos; no de la manera tradicional, pero igual serán tus nietos. Te bendigo padre y me llevo en mi corazón tu dolor a costa de no poder convencer a tu mente anticuada de que esto no es culpa de nadie. No es hora de arrepentimientos, además ya cargué bastante tiempo con esta angustia de andar escondida tras las naguas de mamá. Yo solo espero que ella me perdone por faltar a una promesa hecha, pero el corazón es el motor más poderoso que existe, y ya que el mio me empuja sin clemencia para que corra tras la mujer que amo, no desperdiciare este sentimiento que me domina —lo dice emocionada y decidida mientras se cubre el cuerpo con una toalla para salir de la ducha.
— Iré al salón para que me pongan más bella, pues no quiero que ella vea que he llorado —lo dice casi a gritos mientras sale del cuarto de baño...
Jazòn
Jaime Zàrate Leòn
Septiembre 19 de 2022 ®
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