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Mostrando entradas de octubre, 2022

● Rapsodia bajo la ducha.

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  ● Rapsodia bajo la ducha. Dibujo de Sofia Alejandra Zàrate, nieta del autor   El agua que cae desde la poma de la ducha se le desliza por el rostro: cálida, reparadora y abundante, fluyendo rápida en gotas finas y envueltas por el vapor que emana de la piel de la joven que vemos en la ducha hasta perderse sobre el camino que le proporciona su cuerpo rumbo al piso; repiquetea el ambiente a riachuelo en primavera. Con su cabello empapado, con los ojos cerrados y con el dedo índice de su mano derecha señalando su sien la joven se dice a sí misma...             —Hoy por fin le he dado muerte a una mujer que en nada se parecía a mí y nada puedes hacer padre. Le he disparado justo aquí —se dice, en un tono algo temeroso y ajustando la punta de su dedo contra el costado de su cabeza con fuerza. Por un momento se mantiene sin abrir los ojos mientras disfruta el caer de los hilos finos de agua sobre su cabeza y a su vez ...

● Apagada la luz

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  ● Apagada la luz               El aire está caliente, las sabanas huelen a sexo viejo y la piel de mi cuerpo no exhala sudor sino supura recuerdos y en medio de todos ellos uno recurrente desde mis ocho años, uno que duele, uno que martilla mi cerebro desde atrás de mis orejas, uno que me lleva a las entrañas de mi origen y en ese recuerdo, que no sé si es un sueño, una ilusión de mi mal dormir, una ficción de mi imaginación, un deseo de mi razón, ¿o qué?, viene una historia que me dicta una mujer con la urgencia de quien no alcanzo a decir lo que tenía que decir antes de haber emprendido el último viaje.             ... las urgencias de la vida juvenil. El deseo de ser amada. La ilusión de hacer un camino acompañada por aquel que amas. La esperanza de dejar una descendencia digna de mis padres. Las decisiones tomadas a la luz del día con la intenci...

● Es mi niña bonita

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  ● Es mi niña bonita               Don Carlos se halla postrado en el fondo del bar sobre la tapa de una mesa. Una botella de aguardiente vacía, una copa llena de licor en una mano y un cenicero abarrotado de colillas de cigarrillo son su única compañía. Lleva varias semanas seguidas bebiendo y fumando como un preso; cabe decir que había dejado de fumar hacía por lo menos quince años. A su casa va apenas a dormir un par de horas para luego de lo cual salir a buscar la primera tienda, el primer bar o cualesquiera de los supermercados que se encuentre en el camino en donde poder comprar una botella de licor, en especial aguardiente como ya vimos. Su camisa sucia, su pantalón arrugado, el cabello largo y la barba que nunca se había dejado crecer lo hacen ver más viejo y le dan un aire a poeta marginal. En más de una ocasión la madrugada lo ha encontrado dormido sobre una mesa como en la que lo vemos ahora. El dueño d...