● Al fin de cuentas, que venimos siendo
● Al fin de cuentas, que venimos siendo La madrugada está más fría que de costumbre y no he podido dormir. En estos días estuve de testigo mudo en unos asuntos del Paparote del Ramiro, y esa faena me ha dejado un par de billeticos morados; con ellos he tenido suficiente para comprar una buena ración de porritos y si no fuera por estos, ni aguantar podría este cambuche de plástico, cartón y papel periódico. Como es domingo, la gente que trabaja fuera de la ciudad escasea en el andén; no hay buses blancos, de los mismos que maneja el Ingeniero —otro Paparote—. No está el que despincha bicicletas, no hay Paolas, es decir, no hay tinto, no hay bulla bajo el puente y, como está provista mi necesidad de echar humo, pues no tengo que ir a buscar restos de cigarrillos regalados. He decidido entonces, escribir la siguiente historia. No meto la mano al fuego por lo que he de escribir, no le sostendré a nadie lo que en...