● Ojalá
● Ojalá Desde la ventana la hemos visto venir a partir de cuándo doblo en la esquina. Son las diez de la noche y al parecer ella está a punto de terminar su jornada de trabajo. Mi mujer y yo creemos que lleva cerca de seis horas o más, recorriendo las calles y en medio de la pertinaz lluvia que cae, recogiendo en su carreta cuanto material de reciclaje ha encontrado, dado que su carga sobredimensionada así nos lo hace pensar. Bajo un gorro de lana que le cubre la cabeza hasta debajo de las orejas vemos un rostro sucio y salteado de gotas de agua de color pardusco y algo nos dice que no solo se debe a las gotas finas de la lluvia que cae, ya que sus ojos irritados la delatan: ¡está llorando! Todo nos indica que ese llanto tiene su tiempo pues tiene la mugre de la cara difuminada por todo su rostro como si este fuese una pintura surrealista y la hinchazón prominente en el contorno d...